Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía, y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala, y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros. Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó, y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor. Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor. Hechos. 9:36-46
De nuevo nos encontramos descubriendo hechos importantes acaecidos en esta milenaria ciudad, y todos ellos transcendentales. Quizás un primer dato a tener en cuenta es que a esta joven Tabita, (Gacela) se la denomina “discípula”, siendo la única mujer que se la denomina por este calificativo, aunque no radica en eso el quid de la cuestión…
Estar vivo es la única condición necesaria para morir, sólo puede morir lo que tiene vida. Nadie humanamente tiene control sobre esto, a pesar que en nuestros días la medicina avanza y se buscan soluciones para alargar los días… En Jope ocurrió este hecho milagroso, Dios a través de Pedro regresa a la vida y salud a esta discípula. Nos enseña que sólo Él tiene el control, y esa debe ser nuestra esperanza, cuando todo es imposible, entonces interviene Él.
Milagro es aquello que irrumpe en un orden determinado y lo trastoca, lo pone todo patas arriba y nos obliga a poner un nuevo orden; su orden.
En la entrada anterior hablábamos de la conversión de Cornelio y los suyos, de cómo Pedro tuvo que descubrir que el cumplimiento de la voluntad de Dios empieza con de la exposición del evangelio para llegar la salvación de toda la humanidad y con la salvación, el nuevo nacimiento. Pedro previamente tuvo que dejarse instruir a través de la visión del lienzo y la posterior conversión de Cornelio y los suyos.
Dios utilizó a Pedro para dar vida y salud a alguien de testimonio especial, alguien que se conocerá en los relatos bíblicos como la mujer en servicio continúo. Pedro llegó a entender que nada puede llamarse impuro si Dios lo ha purificado. Incluso en la cultura de la época la mujer era útil y valiosa para la sociedad y Dios así lo proclama para que por medio de su resurrección se entendiese que sólo en Él está el poder de la vida y la muerte. Es la imagen conmovedora de vida nueva, la vida que irrumpe donde hay llanto para poner en marcha una nueva etapa: nada será como antes.
¿Qué hacemos para aprender de Tabita? ¿Cómo podemos imitarla? ¿Cómo se puede trasmitir esa fuerza positiva y siempre enfocarla al servicio? ¿Cómo podemos rejuvenecer y cómo podemos contagiar a otros la fuerza que empuja a entregarnos a los que están en necesidad?
Aquí tenemos nuestra reflexión de hoy y la respuesta es sólo nuestra. Pero siempre será “Obediencia y dependencia”. Dependamos ya de Su Gracia, que nos llevará a ser rompedores de esquemas. Démosle todo el control y caminemos siempre en Su Voluntad.
Amén
Gonzalo Galán Rico