Shalom a todos.
En estos tiempos tan especiales que estamos viviendo, más que nunca busco el diálogo con Dios. Tiempos del maldad, de necedad, de ignorancia consentida además de procurada por otros muchos. Ciegos que son guiados por ciegos.
Escuché una música que me trasladó a mi juventud pero me sorprendió porque quien la cantaba, no eran PAUL SIMON & GARFUNKEL, sino los PAVARIM, un dúo israelí de 1972 que me hizo recordar algo que escribí sobre el SONIDO DEL SILENCIO. Deseo que este sonido os llegue a todos vosotros:
EL SONIDO DEL SILENCIO
No sé cuantos habréis tenido la oportunidad de haber vivido esta experiencia, pero puedo aseguraros que fue impactante: Estando en el desierto del Néguev, alguien me invitó a escuchar juntos ese inmenso sonido que se produce en las noches en medio del desierto, «un ruidoso silencio».
Puedo deciros que cuando he tenido ocasión, he salido en esas noches a escucharlo y curiosamente se me ha pasado el tiempo rapidísimo porque todo lo que escuché era importante…Sólo el Señor y yo sabemos todo lo que allí pude escuchar.
Isaias 40:3: «Voz que clama en el desierto: Preparad camino del Señor; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios». Hay un gran clamor en el desierto, pero sólo una sola voz repercute en todos de forma imperativa: PREPARAD, ENDEREZAD, en la soledad, ¿a quien? A NUESTRO DIOS.
Por todos es conocido que este texto profético está referido a Juan el Bautista, pero no es la cuestión dilucidar o afirmar lo que es una evidencia ya cumplida, sino saber que desde el desierto, ese sonido, esa voz clamó y fue escuchada y no fue otra que la misma voz de Dios dando ordenes concretas.
Ahí tenemos uno de los aspectos de esos especiales sonidos del desierto. Allí en el desierto tuve disposición de escuchar lo que Dios mismo tenia que decirme y no creo que fuese muy diferente a lo que os diría a cualquiera de vosotros. A nuestro Dios le escuchamos en soledad, cuando estamos a solas con Él.
En líneas generales en los desiertos no hay demasiadas provisiones materiales pero es allí donde las espirituales pueden manifestarse con más abundancia. “En tierra seca y árida donde aguas no hay…”
Allí puedes comprobar lo que es sentirte sólo, sin nadie a nuestro lado. Creo que todos los verdaderos profetas de Dios, desde la antigüedad hasta Juan el Bautista, experimentaron el «desierto» y la soledad. Algunos, como Elías y Juan, vivieron allí en medio de esa árida naturaleza.
Pero al margen de esos especiales y diría que mágicos momentos que el Señor me permitió durante los viajes de estudio con el Ministerio Descubriendo Juntos, mi Dios me hizo aprender a caminar por otro duro desierto, el de la vida…
Juan el Bautista, la voz que clamaba en el desierto proclamó: «Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado» Mt. 3:1-8; Mr. 1:1-8. Es la misma voz que clama hoy dentro de la Iglesia del Señor. Se oye la voz de muchos clamando en el «desierto«, anunciando como Juan la necesidad de arrepentimiento del pueblo de Dios y de preparar el camino para la venida de nuestro Rey en Gloria. El resultado del clamor, al igual que sucedió con Juan el Bautista: los «religiosos» lo rechazan, los cristianos «fariseos y saduceos» siguen siendo «generación de víboras«. También al igual que los antiguos, necesitan hacer «frutos dignos de arrepentimiento» y no seguir haciendo lo que no agrada a Dios.
En el desierto entendí que Dios quiere que sienta la soledad, para valorarlo realmente a Él sin ayuda de ningún hombre. Tuve que aprender a apoyarme sólo en Él y su Palabra.
Él Señor supo lo qué es la soledad que nosotros nunca, nunca podremos experimentar. En Juan 16:32 le dice el Señor a sus discípulos: «Me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre esta conmigo».
Tampoco estuvieron solos los jóvenes amigos de Daniel en aquella soledad del horno de fuego. Con ellos estaba el mismo Señor y juntos se paseaban en medio del fuego. Daniel 3:8 al 30. Y con nosotros está también en la soledad del horno, del calor de ese desierto solitario a donde somos llevados para ser probados.
El nunca nos ha de dejar – lo ha prometido – Mt. 28:20. A solas con Él veremos cumplida esa promesa más que en ninguna otra ocasión. Vamos a desear el gustar de la soledad Una vez lo hagamos, hemos de seguir anhelándola.
En mis circunstancias personales he tenido que atravesar mi desierto, escuchar su sonido, escuchar lo que Dios mismo me tenia que decir, escuchar y aplicarme sus ordenes. He comprobado cómo se alejaban algunas personas que por años decían ser mi familia, mis hermanos, los que me amaban, los que siempre fueron y siempre yo creía que serían… y esa fue la gran lección para aprender, que no era en ellos donde yo me debía apoyar. Y en el silencio del desierto escuché la voz y las promesas y quizás por mí estado de soledad la escuché más clara y potente. «Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente» Isaías. 41:19. Dice el Señor que pondrá esta serie de árboles JUNTOS en medio de la Soledad.
Necesito insistir en algo, la voz va a seguir clamando en el desierto, en cada congregación, en cada lugar donde se decida adorar, seguir y obedecer al Señor y a Su Palabra. : «Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado» Mt. 3:1-8; Mr. 1:1-8. Sigue clamando esta voz con misericordia, no dejemos que los actuales religiosos intenten ahogarla, ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho. Isaías. 5:20
En el desierto entendí que con Él descubriremos tesoros, realidades, verdades absolutas, y las veré porque Él es fiel y Su Palabra se cumple.
«He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; no la conoceréis? Otra vez abrirá camino en el desierto, y ríos en la soledad.» Isaías 43:19.
He llorado esa soledad impuesta y ahí Te encontré a mi lado, más cerca que nunca, más cercano que lo que nadie nunca estuvo y Tu Voz es la más potente, aunque se escuche en el desierto más solitario. Tu silencio es un potente sonido. «Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. « 1 Re. 19:12.
Y ahora he visto parte de Tu respuesta, de Tu provisión, y Tu fidelidad: «Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa (las anémonas del desierto). Florecerá profusamente y también se alegrará y cantará con júbilo» Isaías 35:1-2.
Conozco el desierto bíblico, es más lo amo, y he vivido mi desierto y aun lo sigo viviendo , soy peregrino hasta tomar posesión del “Reposo en La Tierra Prometida”. Ante esto sólo puedo inclinarme, postrarme sobre mi rostro, no sobre mi espalda y decir Amen y Amen.
Os Amo.
Desde la Gloria Eterna.
Gonzalo Galán Rico